Martes 10 de Octubre de 2000-La Capital-

Piden captura de un médico por "mala praxis"

La Justicia solicitó la captura de un médico imputado de "mala praxis". El otro acusado compareció, pero se negó a la indagatoria. La víctima tenía 10 años. El juez de Transición Pedro Federico Hooft solicitó la captura del especialista en pediatría y terapia intensiva infantil Jaime Fernández Mila, por no comparecer en la causa que se le sigue por el "homicidio culposo" de la niña de 10 años, Antonella Raggio. Con ese motivo, extendió sendas notas a Migraciones del Ministerio del Interior de la Nación y la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, para que se averigüe su paradero, y en caso de hallárselo, se lo detenga, Fernández Mila fue procesado en esta causa originada hace más de dos años, junto con el neurólogo Eduardo Bendersky, quienes, de acuerdo con lo que figura en la causa, habrían "equivocado el diagnóstico", y a raíz de ello, la pequeña fue sometida a un inadecuado tratamiento que no pudo evitar su deceso producido tras permanecer en coma por espacio de 40 días. En lo que tiene que ver con Bendersky, compareció ante el magistrado y el secretario Ricardo Gutiérrez, acompañado de sus abogados Rubén Domingo Palo y Laura Peñiñony, pero se negó a prestar declaración indagatoria.

El 13 de setiembre de 1998 la menor presentó un cuadro signado por quejidos, sensación de hormigueo en el brazo izquierdo y movimientos incoordinados. La causa- según después lo determinaron las pericias- era una pequeña hemerrogia cerebral. Sin embargo habría sido tratada inicialmente por una "contractura muscular", mientras que su colega y luego por una "crisis de angustia". Por ese motivo, se le dio el alta, tras permanecer internada dos días. Según las investigaciones que se realizaron, en las que tomó intervención la Corte Suprema de Justicia de la Provincia y la Sociedad Neurológica Argentina, alertado a tiempo, el problema podría haber sido detectado, y la víctima hubiera salvado su vida. El 16 se ordenó la reinternación de la niña, diagnosticándole esta vez la presencia de un "tumor fronto parietal", por lo que se le fijó una operación para el 18. Pero el 17 su estado era desesperante, ya que presentaba convulsiones y necesitaba de un respirador artificial. Tras la intervención quirúrgica, Antonella estuvo en coma durante cuarenta días, hasta el 28 de octubre, día en que se produjo su fallecimiento. Al analizar los elementos traídos a la causa, el juez sostuvo que a primera vista se observa "la carencia de una asistencia oportuna y una atención médica adecuada, que las circunstancias del caso hacían aconsejables". Además, llamó la atención que para descartar otras posibilidades más allá de las "diagnosticadas erróneamente", no se realizaran estudios complementarios, como una tomografía computada, y sí se le efectuara una "resonancia magnética", de la que se extrajo que la víctima padecía un tumor en la cabeza. .